Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. Se celebra por primera vez en 1995, año en que la Asamblea General de la ONU proclamó el 17 de junio Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía en su resolución 49/115, en conmemoración de la aprobación de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha Contra la Desertificación el 17 de junio de 1994. Se invitó a todos los Estados a que dedicaran el Día Mundial a sensibilizar a la opinión pública respecto de la necesidad de cooperar en el plano internacional para luchar contra la desertificación y los efectos de la sequía y de aplicar la Convención aprobada.
La desertificación es una cuestión mundial, con graves consecuencias para la seguridad de los ecosistemas, la erradicación de la pobreza, la estabilidad socioeconómica y el desarrollo sostenible a nivel mundial. Comparadas con indicadores del bienestar humano y el desarrollo, que incluyen el producto nacional bruto per cápita, el acceso al agua apta para el consumo y el saneamiento apropiado, así como la mortalidad de lactantes, las personas que viven en tierras secas — aproximadamente el 90% de las cuales están en los países en desarrollo — se encuentran muy rezagadas respecto del resto del mundo.
Las personas pobres que viven en zonas de tierras secas tienen que hacer frente a múltiples problemas de pérdidas de ingresos, inseguridad alimentaria, deterioro de la salud, sistemas de tenencia de la tierra inseguros y derechos de acceso a los recursos naturales, y falta de acceso a los mercados. A menudo, las escasas oportunidades de subsistencia los obligan a migrar a zonas no afectadas por la desertificación en busca de una vida mejor.